
En estos días, por distintos caminos, me han llegado dos libros muy apreciados. El primero se titula El eco pintado, de Óscar Martínez; el segundo, Jardín de Invierno, de María Jesús Mingot; de ambos tengo antecedentes y obra leída, que garantizan la reflexión y la calidad literaria.
Me referiré a estos antecedentes. Óscar Martínez, en Umbrales (Siruela, Madrid, 2021), nos invita a viajar por la cultura occidental a través de sus puertas, “ya sean arquitectónicas o metafóricas, ya estén selladas, abiertas o entornadas, porque las puertas nos obligan siempre a imaginar qué encontraremos al otro lado”. María Jesús Mingot, en La marea del Tiempo (Reino de Cordelia, Madrid, 2020) nos propone una experiencia mística llena de calma y sin arrebato, una manera de llegar a las cosas de la vida y decirlas con la palabra poética, sin olvidar un cuerpo que necesita el calor físico, el roce y la carnalidad del amor, cubrirse y ampararse del frío, quitarse el hambre o defenderse frente al maltrato. Un cuerpo que se gasta y siente el peso del tiempo, la marea. sabe que se tiene que ir, y para ello nada mejor que desvanecerse, borrarse, caer despacio, leve, sin molestar.
Con estos antecedentes, repito, tengo en mis manos dos libros: El eco pintado y Jardín de Invierno que ya se dejan querer antes de leerlos porque agradan mi vista y mi tacto, porque están bien hechos, porque pesan como tienen que pesar los libros y porque la solvencia de los autores me garantiza el placer de disfrutar de una prosa elegante, amena, divertida a veces, como vehículo para penetrar en la pintura, con sus representaciones, enigmas y símbolos, y de una poesía tan sutil en la expresión como densa en lo que la autora nos quiere decir. Será un gran placer leer ambas obras.
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