
Blog literario de Alfonso Cebrián
Tal como lo describes es. Y la culpa no es del teléfono, es de la dicción a la que prefiere estar sometido cada cual.
Un mundo de «falsos locos».
Me ha gustado mucho tu «Monólogo».
Yo por si acaso me desquito hablando conmigo misma (je, je)
Abrazos!
No, claro; el teléfono es un (o sería bueno que fuera) medio para comunicarse a distancia: preparado hoy, además, para enviar y recibir datos: como instrumento, herramienta o como lo queramos llamar es una maravilla, y no te digo nada la cantidad de aplicaciones que podría tener y que hoy no tiene porque siempre van por delante los cálculos en cuanto a la explotación. Sin embargo prevalece, a mi juicio, la incomunicación o la comunicación banal, cuando no la perversa necesidad de afirmarse mediante el uso espurio de sus posibilidades. Efectivamente, «la culpa no es el teléfono, es de la dicción a la que prefiere estar sometido cada cual».
En cuanto a lo de hablar contigo misma me remito de nuevo a los versos de Antonio Machado:
«Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía».
Gracias y feliz domingo. Un abrazo grande.
Me ha encantado que entrecomilles la frase en la que he cometido un error mecanográfico, quise poner adicción en lugar de dicción».
Gracias por la respuesta.
Abrazos de domingo.
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