Siempre me gustó esta entrada; hoy la recupero de nuevo de entre los restos de madamebovary y sofía. Me suena como un manifiesto, como una declaración de lo que allí se hacía, por eso la rescato.
Hay momentos en que soy más yo que nunca. Parece que el día me sonríe y no hay nada que lo ensombrezca. Es cuando me invade mi vena entusiasta. Esos días doy a todo el mundo los buenos días, ofrezco mis mejores sonrisas y pondero las rosas de mis vecinas. Charles ya lo sabe porque visto los colores más alegres y la pamela más blanca, ingenua e impecable.
Ten cuidado, me dice Sofía, no todo el mundo juega con tus reglas.
Ya lo sé. A mis años nada me puede sorprender, o eso creo, pero, ¿qué sería de nosotras si a todas horas refrenáramos la imaginación y la fantasía? Ya sé que no siempre alcanzo a ver a qué lado del espejo me encuentro.
No hace mucho, una de esas noches de café y estanterías, Claudia Montepisano me contó algo que le había sucedido, Eres real o un sueño, me preguntó de mañana un amigo aficionado a la lectura con el que había compartido cama y noche. No me incomodan los tópicos, incluso me halagó, pero me puse algo repelente y le dije:
Soy tan real y tan soñada como tú; al fin y al cabo compartimos mundo y universo…
Mi amigo es un lector empedernido. Posee una copiosa biblioteca, las paredes cubiertas de estanterías, por los suelos apilados montones de libros, discos y revistas; apuntes, escritos y fichas (¿Quién hablaba de tópicos?). Sobre la mesa de trabajo descansan como una declaración de principios El Aleph y El libro del desasosiego.
…Aquí respiramos el mismo aire que los inmortales, como Ulises, su trasunto dublinés, Amadís de Gaula, Don Quijote, Madame Bovary o Anna Karenina: hay tantos… Y vamos heredando rasgos, manías y amores. Y ya sabes, desde este dormitorio poseemos el mundo”.
Vivir entre dos mundos es confortable cuando puedes elegir y no pierdes la perspectiva ni te despistas sobre el lado en que te encuentras. Pero hay momentos en que no sabes si llueve o es martes; o cuando evocas tus años más jóvenes, cuando te sumergiste en un mar de literatura para no regresar quién sabe si jamás.
Hace unos días Sofía tuvo la dicha de tener a su hija con ella. La acompañaba un joven apuesto y cortés, Muy majo el chico, me dijo; y Pilar, cansada pero feliz.
Llega el verano y con él Elisa. Olerá a sal marina y su piel dorada será como un heraldo de luz, No sé, las palabras ya no me dicen lo mismo, me escribía hace unos días. Escribir sentimientos y furias es como un desvanecimiento, no puedes eludir el ansia de belleza. Así, el asunto más torvo se mece en música y alusiones envuelto para un regalo.
Vendrá Elisa, y entre Sofía y ella alegrarán mi cocina con sus risas, sus alquimias y el humo de sus cigarrillos.
Pero hoy soy más yo que nunca… Nada me distrae… Nada ocurre… Mi cálido sofá… Volutas de humo picante… Y Chet vuela por escaleras y habitaciones…
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