
Hemos acordado, en esta época de la imagen y las voces, no enviarnos fotos, no escucharnos, sino solo escribirnos para que ni los retratos ni el tono nos traicionen.
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Y ello a pesar de que en ocasiones hay personas que se cierran en esos mal llamados hogares o principios.
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No hay tantos Advientos en una sola vida, vida que, sin darnos cuenta, corre cada vez más aprisa y desbocada, dejando atrás nuestra posible felicidad, ajena y ajenos a nuestra finitud.
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“Estas cartas empezaron a escribirse el sábado 28 de marzo y se acabaron el domingo 20 de abril de 2020, aunque haya fechas anteriores y posteriores”, escribe el autor; y yo añado, en tiempo del coronavirus, un tiempo de asombro y miedo. Pero hay sitio para el amor. Y estas cartas lo rezuman por los cuatro costados.

Contar, en nuestros tiempos, exige distancia. Lejos quedan los narradores que en cualquier camino o plaza contaban ‘sucedidos’ como si los estuvieran viviendo, y el público, boquiabierto, se sentía, como los niños, dentro de la aventura. Y en sus Cartas Carles McCragh se pone la bata del médico que pelea contra la pandemia y escribe a cartas de amor a la mujer que ama. De este modo, el autor se sirve del género epistolar, tan en desuso, para dar suelta a toda la emoción que a alguien le puede embargar en estos tiempos, y lo hace con un caudal poético que solo cabe en el tú-yo que da la intimidad de la carta, de lo que está dicho y escrito solo para el único receptor e intérprete, y para nosotros, sus lectores, que nos sentimos conmovidos como los oyentes en los atrios de las antiguas iglesias.
He leído con emoción estas Cartas, con la misma que escribo este modesto comentario. Creo que merece la pena.
Para quien las quiera leer: https://www.amazon.es/Cartas-amor-peste-Carles-McCragh/dp/B0882LC1BT
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