La buena esposa

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—Eso es, he sido; y a veces se echa de menos, pero ya está, mi tiempo se acabó.

El tema de conversación se había hecho recurrente. Uno se imagina a toda esa pléyade de profesionales, ilusionados al principio, con grandes proyectos e ideas por desarrollar, cayendo en la desilusión y en la derrota después de caer en el conformismo y la rutina. Algo de eso les ocurría a nuestros amigos.

Y ahora yo también estoy en vilo, excitado por la revelación de Elvira, lo que bien puede devenir en el descubrimiento de una nueva persona, una nueva vida, mejor dicho, una vida oculta ¿Qué sentido tiene si no? Por más que la miro no me la imagino en ese papel. Para desempeñarlo bien hay que dar la imagen. Los peliculeros y novelistas prefieren a las rubias platino, ambivalentes y ambiguas, o bien a las morenas de mirada fija y penetrante, algo agitanadas. Pero Elvira, entonces, cuando la reclutaron, captaron o como se diga, era una mujer de las llamadas llenitas o de buen ver, asociadas a estereotipos de carnales e ingenuas, quizá por eso…

La emprendimos con las viandas y las bebidas, y Paca cambió de conversación.

—Madre mía —dijo—, vaya la que se traen con las cloacas…

—¿Qué se sabe de eso? —Alfredo interpeló nuevamente a Elvira.

Sin saber por qué me vi en la obligación de intervenir. Sentí algo así como la necesidad de echar un cable o hacer un quite que evitara a Elvira entrar en el tema. Me pareció que no debía seguir por ahí y temía que fuera explícita y se comprometiera. Elvira notó mi turbación y sonrió displicente.

—Verás —contestó—. Se sabe, se supone y se ignora. Te llegan cosas ¿Cómo no te van a llegar?, pero son asuntos muy difíciles de procesar; en muchos casos, además, conviene pasar sobre ellos como si anduvieras sobre ascuas…

—Pero, de este caso que tiene la prensa entre manos, algo se sabría…

La incomodidad de Elvira no se hizo patente, pero yo se la noté. Habíamos entrado ella y yo en una conversación espinosa, quiso eludirla al menos por esa noche, y ahora se presentaba de forma inesperada. Elvira la hubiera toreado sin dificultad, pero estaban el cansancio y la desgana, como si dijera: «Qué fatalidad, si precisamente de eso no quiero seguir hablando». Naturalmente no era para ella un tema con el que fantasear; tampoco Paca y Alfredo eran unos pardillos a los que deslumbrar con una ocurrencia, sobre todo porque se trataba de una curiosidad sana y una admiración sin límites. Encima, Elvira no era mujer que rehuyera los temas comprometidos. Por eso, dentro de mi paranoia, tuve una reacción peliculera que no sé hasta qué punto me salió bien, pero tuvo su efecto. Alargué el brazo para enfatizar mi intervención y pegué un manotazo a mi vaso de cerveza, que cayó y se derramó con estrépito.

Y lo conseguí. Preocupados por minimizar el daño, nos apartamos, de modo que el líquido, salvo el que inevitablemente cayó sobre las piernas de Alfredo, se extendió por la mesa y escurrió hasta el suelo. La chica de los piercings acudió con una bayeta y una fregona, y recogió la cerveza derramada; con una exhibición de reflejos, Paca salvó los calamares y la oreja. Volvió la chica con otra cerveza espumosa y fresca: «No pasa nada», dijo, y esbozó un conato de algo próximo a una sonrisa. Digo que lo conseguí porque, después del revuelo, la conversación giró por otros derroteros, lugares comunes sobre la situación política y Paca quiso centrar nuestra atención, y lo consiguió con mi ayuda, sobre una película.

—¿Habéis visto La buena esposa? —preguntó mirándome con descaro.

—Yo sí —contesté con celeridad—. No está mal, algo previsible; lo mejor, la actuación de Glenn Clouse.

—¿Por qué previsible? —Paca volvió a la carga.

—Porque no tardas en descubrir el asunto y el mensaje; además, el tema es viejo.

—¿No será que escuece? —Paca sonrió para atenuar el ataque.

—¿Por qué tiene que escocer? Hay casos notables, reales y atribuidos, y luego la frase: “detrás de un gran…”

—No sigas, no sigas —me cortó Paca—, vaya una sentencia petulante y estúpida… y no nos hace justicia, que conste.

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5 respuestas a “La buena esposa”

  1. Estoy de acuerdo con Paca, me parece una sentencia bastante estúpida, digo.
    Besetes, Alfonso.

    1. Esta Paca es bastante cañera… Creo que el viernes estará en la Noche Violeta. A lo mejor la veo. Besos después del diluvio.

      1. Me encantaría compartir con los dos esa Noche Violeta. A lo mejor… os veo 😁😁😁. Besetes, Alfonso!!!

  2. 😅😅😅😅 ¡Paca es estupenda,!

    1. Y peleona. Gracias por comentar.

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