
Ya está en marcha la edición de mi segunda novela. En principio se iba a llamar Nada quedó de abril, aunque es posible que el título definitivo sea El libro de Carmelo: tanto hemos hablado, leído, corregido, vuelto a leer y corregir, Carmen y yo, y siempre, ‘el libro de Carmelo’, así que finalmente, creo, quedará así.
¿Por qué Nada quedó de abril? El título coincide con el del poema liminar de Una educación sentimental, de Manuel Vázquez Montalbán, y expresa el tema y sentido de la novela. ¿Por qué El libro de Carmelo? Porque a nuestro juicio, el de Carmen y el mío, Carmelo ocupa el centro del relato.
En uno de los artículos que Antonio Muñoz Molina publica los sábados en Babelia, nos habla del gozo de escribir una novela y de lo molesto de su promoción; me ahorro la segunda parte. Naturalmente, apenas vendo y en consecuencia tengo pocos —y escogidos— lectores. Diría que no me importa, que el mundo se lo pierde, pero mentiría ¿Qué ocurre? Que el trabajo de promoción no me compensa y además me cansa: me agota solo el hecho de pensarlo.
Como no supone ningún esfuerzo, a lo sumo un placer, seguiré hablando en el blog de esta próxima novela con el objetivo indisimulado de captar vuestra atención e interés.
Continuará.
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