No importa que sea San Juan, Año Nuevo, el santo del pueblo, del barrio, o el botellón de la Facultad. Jóvenes, menos jóvenes, viejos que se creen jóvenes, se divierten y no tienen reparo en dejar vasos de plástico, botellas de plástico (o de cristal), bolsas de plástico, condones de látex, vomitonas, meadas y demás excrecencias en las playas y plazas que los Ayuntamientos, con encanto o sin él, tralarí, tralará, han puesto a su disposición ¿Pan y circo?
Que no cunda el pánico. A primera hora de la mañana, una brigada contratada al efecto quitará la mierda y dejará la playa (o la plaza) impoluta para uso y disfrute de los primeros bañistas.
Hay cosas que no cambian. Nunca entendí por qué en casa de los ricos no había escupideras ni ceniceros. Ahora sí.
Sobre la imagen: Una playa cualquiera, esta mañana.
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