Languidece el domingo y me digo: ‘Tienes que escribir una entrada que diga algo’ ¿Qué quiere decir ese «algo»? Darle sustancia al contenido, evitar que lo escrito sea puro juego retórico, fuego de artificio, lujo cultural. Leo La marca en la pared, de Virginia Woolf y disfruto del placer de la literatura, del fluir del pensamiento, de la mezcla de lo poético y lo más prosaico. Ese pensar desordenado es el que tiene mi querida Elisa Rubio en Las aguas del olvido. En El buen soldado, de Ford Madox Ford, el autor dice: «Soy consciente de haber contado esta historia de un modo tan desordenado que tal vez resulte difícil que alguien encuentre el camino en lo que quizá sea una especie de laberinto (…). Y siempre que discutimos un asunto —un largo y triste asunto como éste— solemos saltar hacia atrás y hacia adelante una y otra vez. Recordamos cosas que se nos han olvidado, y más tarde las explicamos aún más detalladamente al advertir que pasamos por alto mencionarlas en el lugar oportuno y que, al omitirlas, hemos podido dar una falsa impresión» (Parte IV, Capítulo I).
Decir algo. Como si la literatura tuviera necesidad de penetrar en los terrenos de la sociología, la historia, la filosofía o la teología para justificarse.
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La marca en la pared, en Virginia Woolf, Cuentos Completos, traducción de Micaela Ortelli. Ediciones Godot. Buenos Aires, 2012.
El buen soldado, Ford Madox Ford, traducción de Victoria León. Editorial Sexto Piso. Coyoacán, México D.F. 2016.
Las aguas del olvido, Alfonso Cebrián. Amazon, 2017
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