En las casas, ya se sabe, con el tiempo se acumulan cachivaches, trastos, ropas, adornos; y papeles, venga papeles. De vez en cuando doy una vuelta porque hay cosas que te pueden hacer falta y no sabes ni donde están. Y mira por dónde descubro, porque se trata de un auténtico descubrimiento, una carpeta de esas azules con tiras de goma repleta de recortes del suplemento literario del ABC, que un amigo me regalaba. Hoy los papeles están viejos y amarillos — creo que los voy a digitalizar—, y para mí tienen un gran valor literario y sentimental: Justo González, así se llamaba mi amigo, ya no está con nosotros.
Parafraseando a Miguel Hernández, diré que el tiempo se pone amarillo sobre los papeles, pero al leer los textos, veremos que hay asuntos en los que apenas se ven los cambios. Y siempre será un placer leer la prosa exacta de Miguel Delibes.
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