Hace unos días asistí a la presentación de una novela. Hablando de su obra, la novelista confesó que había tenido que trabajar duramente para dar con un léxico y una sintaxis que no desvirtuaran el tono de la obra (La acción transcurre en una cárcel) y al tiempo ‘suavizar’ en lo posible los estilos y registros del lenguaje.
No he leído la novela (la tengo en cola de lectura) y no le pregunté por ello (tampoco los demás lo hicieron), aunque, supongo, lo haría por quitar protagonismo al habla en beneficio de la trama; no quiero pensar (quizá se lo pregunte si tengo ocasión) que lo hiciera para evitar herir la supuesta sensibilidad del lector, habida cuenta del creciente temor que se viene instalando merced a las manifestadas peticiones, cuando no exigencias, en cuanto a quitar o prohibir palabras, situaciones, escenas o imágenes cuyo contenido hiera la sensibilidad de lectores o espectadores, o les incomoden con una concepción de la vida que no es la suya. Como muestra tenemos la petición realizada por una vecina de Nueva York a la dirección del Metropolitan (Met), y que pretendía alcanzar las 9.000 firmas, para que retirara de la exposición la obra «Teresa soñando», de Balthazar Klossowski (Balthus), porque “El Met está, tal vez sin intención, respaldando el voyerismo y la cosificación de los niños”, según ella. La dirección se negó; hizo bien.
Y esto viene a cuento porque uno, sin apenas darse cuenta, por no molestar, por agradar, por caer bien, puede caer en la autocensura: en evitar palabras, situaciones, escenas, comportamientos o reacciones polémicas que el arte muestra y pone en juego con el fin, entre otros, de aproximarse a la verdad y la belleza, y también, y no menos importante, dar salida y expresión a lo que de otra forma no se sabe decir ni representar.
Creo que hay que estar muy atentos, y ser muy finos en el análisis, para encarar esta ola de puritanismo que supone una amenaza muy seria para nuestra forma de vida, para la libertad de expresión y creación; no podemos permitir que desde las redes sociales, magnífico instrumento por otra parte, con notorio menosprecio de la verdad, se destruyan vidas y reputaciones, porque al final acabaríamos perdiendo todos.
Imagen: Teresa soñando (1938), Balthazar Klossowski (Balthus), Met. Nueva York
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